Soy una mamá como tantas otras que perdió uno o varios bebés en otros tantos embarazos fallidos. Concretamente, hace 7 años, en estos días confirmaba la feliz noticia de que un pequeño anidaba mi vientre. Unas pocas semanas más tarde, confirmaba entre lágrimas de sangre que se iba de mi vida para siempre.
Poco a poco, con el tiempo y los meses, descubrí que no se había ido. Y no sólo porque lo digan los científicos, que parte de sus células invadieron mi torrente sanguíneo y permanecen en mí aún durante muchos años. Descubrí que ese pequeño, tan pequeño, había marcado mi vida y la forma en la que enfrentaría la crianza de los demás hijos que tuviera.
Esos bebés, a los que despedimos con el corazón roto, que muchas veces nadie más que nosotras y sus padres lloran su pérdida, nos enseñan tantas cosas, que necesitaríamos toda una vida para hacer una lista que les hiciera justicia.
Hace 5 años nació Dunia. Días antes a su llegada montamos la cuna, porque yo no tenía muy claro eso de “dormir con el bebé”, tenía claro que querría dormir y descansar y lo que no tenía tan claro era que con un bebé al lado pudiera hacerlo.
Una vez más, la fatalidad acudió en mi ayuda. Dunia nació por cesárea, después de un parto largo y tortuoso. Yo terminé literalmente molida y mi capacidad de movimiento se vio muy mermada durante mucho tiempo.
Quería dar pecho, pero no me sentía con fuerzas para levantarme al salón a darle en las tomas nocturnas. Tampoco me podía mover mucho con la cicatriz tan reciente. El papá sacrificó su espacio en la cama, me ponía el cojín de lactancia con el bebé encima y así pasábamos las noches, y muchos días cuando el cansancio acuciaba y necesitábamos dormir y descansar entre toma y toma.
Y lo que tenía claro era que, después de todo lo que había sufrido por la pérdida de mi primera pequeña, no iba a traer niños a este mundo para dejarlos solos llorando en una habitación sin mí.
Más tarde cambiamos la cama de 1,35 y compramos un colchón de 1,80x2m que pusimos directamente en el suelo sobre una alfombra. Aquello fue una fiesta, ¡por fin colechábamos todos juntos!
Hace dos años, sin mayores contratiempos, nació Ariel. ¿Qué hicimos? dimos la vuelta al colchón y lo pusimos de lado. ¡Ahora tenemos una cama de 2×1,80m en la que dormimos todos todas las noches!
Ahora estoy embarazada de nuevo, un tercer miembro de la familia se nos unirá pronto. No sé cómo lo haremos, porque la verdad es que ya estamos un pelín apretados, pero seguro que se nos ocurre alguna solución.
¿Y la cuna? Pues a la cuna le pusimos un cambiador y ahí está, ayudándonos en el quehacer de cada día del cambiar pañales, organizarlos, organizar la ropa… Ha demostrado ser de gran ayuda en su faceta de cambiador multiusos 😀
Yo sé que a todas las familias no les va lo del colecho, pero eso no significa que tengas que sacar de tu habitación a tu bebé casi recién nacido. Dormir con el bebé en la cuna en la misma habitación también es colechar. Muchos niños deciden emanciparse y mudarse a su propia habitación con dos, tres años… incluso con 6 meses como le ocurrió a una buena amiga que seguro que nos lee. Otros lo dejan para más tarde… Lo importante es no forzar ese momento, que se haga cuando todos estemos preparados (sobre todo, el niño). Sin llantos, ni miedos extras, porque lo único que lograremos será retroceder (incluso en otras áreas que no sean el sueño), sufrimiento, dolor…
El llanto como vehículo de “crianza” nunca será un buen vehículo. Terminará estrellándose tarde o temprano creando múltiples y numerosas víctimas.
Desde este post quiero agradecer también a mis gatos, Wali (que ya no está) y Seti, que son los que más me enseñaron, hace muchos años, sobre crianza y colecho, y lo complicado que es “obligar” a un mamífero a dormir solo sin el calor ni la presencia de su figura vincular y de apego.
Creo que hoy es un día importante. Creo que estamos haciendo Historia en el mundo de la crianza. Un poquito al menos.
Un saludo: Mónica Alvarez
Rebeca dice
Mónica, me tienes con las lágrimas en los ojos…no sabía tu historia, gracias por compartirla.
Yo también creo que estamos participado en un cambio, porque los cambios se hacen desde la “cuna”, y nunc mejor dicho 🙂
Un abrazo,
Rebe.
Monica dice
Hola Rebeca!! Hoy es un día muy emocionante en muchos aspectos 😀 Van a haber muchas lágrimas, pero de emoción y alegría, qué buen cambio!!
Un abrazo muy fuerte!! Mónica
Mercedes dice
Mónica:
No sabes cómo te entiendo. Con la primera me dio miedo. Luego se nos fueron cinco con tu niña y los que vinieron después han dormido con nosotros hasta que ellos han querido ir a dormir con los hermanos… que al final, aunque en camas diferentes, nunca han dormido solos. Bueno, el penúltimo ahora sí, en la habitación al lado nuestro porque prefirió hacerlo así hasta que el bebé vaya a dormir con él, que no se cuando será.
Muchos besos y mucha suerte.
Mercedes (Antonio O. en Organiza…)
Mercedes dice
Perdón con tu niñ@.!!!
Monica dice
No te preocupes!! Yo misma asumí que era una niña y un par de años después hasta le puse nombre: Hebe. Te has referido a ella bien 😀
Monica dice
Hola Mercedes!!
Gracias por tus palabras, por tu historia… Perder 5 no es ninguna tontería, has tenido que aprender chino en este camino que te ha tocado recorrer… Me alegro mucho de que tus demás hijos hayan podido beneficiarse de toda esa sabiduría que os han legado vuestros hijos no nacidos, es impresionante 😀
Muchas gracias por tu comentario y un abrazo muy muy fuerte para ti también: Mónica