Cierto día la Mujer viendo la necesidad tan grande que había de un libro como éste les dijo a las otras dos Mujeres: “Lo escribiremos nosotras y se llamará Las voces olvidadas en honor de todos esos niños de los que no se habló más que en la intimidad del corazón y de sus padres que enmudecieron porque no había nadie que les escuchase”.
Estas tres Mujeres que vivían en puntos geográficos muy distantes quedaron un fin de semana en un punto intermedio. Y hasta allí viajaron con sus maridos, sus hijos, sus bebés… Como un pueblo, se pusieron en camino.
Aquel fin de semana se puso el esqueleto al proyecto. Se decidió el índice, se completó el título, se habló mucho de lo que se quería transmitir con el libro y se decidió que necesitaban otra mujer más para cerrar el círculo. Alguien que aportara toda la evidencia científica que diera validez al proyecto y corroborara toda la validez empírica que ya tenían.
Así se unió la cuarta Mujer.
Lo demás fue trabajo, relectura, emails, llamadas… Horas delante del ordenador escribiendo con un bebé en la teta… Hasta acabar el manuscrito.
Después la Editorial se encargó de dar presencia física al libro que tenéis delante y que por fin ha visto la luz.
Pero esta historia no termina aquí, pues seguirá tejiéndose de la mano de las lectoras y de todas las personas que den continuidad al trabajo realizado.
(Continuará)