Tu duelo , a tu ritmo
En el túnel del dolor, todo se hace más largo
se vuelve oscuro y difícil de salir.
No dejes que te encante, no te quedes cómoda por allí
pero tampoco te apresures a salir de él.
No te ahogues por guardar tus sentimientos
no no no…
Que nadie calle tu verdad.
Ni nieguen esa vida que se te fue.
No te ates, ni te pongas cadenas de tristeza
Cuando te hundas por el peso del dolor,
busca entre tu pecho una luz de esperanza
que tu vida se quedó en esta tierra, con sueños por cumplir.
Busca esa luz, a veces cuesta verla pero esta allí.
Sólo tienes que volver a creer en la vida.
Yo también lo estoy haciendo.
Que nadie te obligue, te apresure, ni presione
es muy difícil dejar de esperar a tu bebé.
No te aferres a la soledad, porque nunca más estarás sola
Y que nadie te niegue como madre
que aunque hoy no lo tengas en tus brazos…
lo tienes en el corazón.
Mª Cecilia Miy, mamá de Ludmila
SUA es el fuego alrededor del cual se sienta la tribu a contar sus historias. Se alegran cuando hay que alegrarse y lloran juntos cuando es el momento. Es una poderosa medicina hablar de lo que nos ocupa el alma y conocer los caminos recorridos por los demás tan semejantes al nuestro. Siéntate y escucha y si sientes que tienes algo que contar, adelante.
Foro Superando un aborto (SUA) 2006
Durante mucho tiempo no se pudo hablar de “ello”. Todas las palabras estuvieron escondidas en un oscuro baúl bajo siete llaves. Un día, de puro viejo se hizo una pequeña brecha en un lateral. Por allí se coló una pequeña palabra (luz). Detrás salió otra y luego otra, y otra, y ya no se pudo parar. Salió un torrente de palabras cantarinas y pronto fueron un río y un mar. Un mar inmenso que llegó a todas las costas. Saltaron a tierra y se colaron en el corazón de tantas personas sedientas de hablar, de contar su tristeza, de conjurar su dolor. Poner palabras a lo que nos ocurre es una poderosa medicina. Ya nadie se sintió mal por no poder hablar de lo perdido.
La cuna vacía. El doloroso proceso de perder un embarazo 2009
Todos los hijos traen una lección para enseñar a sus padres, también los “chiquititos”, los que se van antes incluso de reflejar la imagen de un bebé humano. Los que no disfrutan siquiera del derecho de ser llamados “hijos”, porque a nadie se le ocurre reivindicar para estos pequeños el que puedan ser incluidos en el Libro de Familia o en algún documento legal en el que consten como tales. Son los “sin nombre”, “las voces olvidadas”. No pueden hablar en la historia familiar porque nadie les dio derecho a tener voz. Y sin embargo forman parte de la historia de su familia como cualquier otro miembro. Una de las leyes de la comunicación es precisamente que “no se puede no comunicar” y estos pequeños con su no presencia, hablan desde lo más hondo y cuentan su historia, corta, es verdad, pero plena y llena de amor como el que más.
Las voces olvidadas, 2011