Me llamo Rocío Cuellar, saben que siempre firmo con mi nombre y diciendo que soy madre de Isabel y Paloma. Paloma es mi hija viva e Isabel es mi hija muerta y la que me hizo madre.
Algunos sabéis que adoro la montaña, soy montañera desde que era muy joven y siempre busco la excusa para volver a ella de una u otra manera.
Hace unos días escuche una noticia terrible. Un helicóptero de la Guardia Civil encargado del rescate en montaña había tenido un accidente fatal al intentar rescatar a un miembro de un equipo de raid que se había accidentado en León. Uno de los rotores del helicóptero toco una piedra y el aparato se precipito contra el suelo, el resultado fueron 3 muertos, todos de los Equipos y Fuerzas de Seguridad del Estado.
Eso me hizo pensar, que la muerte nos rodea constantemente, hay profesionales que conviven con ella cada día, bien por la posibilidad de que les suceda a ellos mismos o bien porque la ven constantemente en la gente que les toca proteger. Esto hace que sean más conscientes de que la muerte forma parte de la vida y de que está ahí, que es una etapa más, que no existe vida sin muerte.
Pero hablando de profesiones que conviven con la muerte, quiero que sepan que yo soy de Ceuta. Ceuta es una ciudad pequeña donde hay un Tercio de La Legión. Recuerdo que desde muy pequeña siempre escuche cantar a los legionarios su himno “El Novio de la Muerte”, porque ellos normalizan ese hecho cantando a pleno pulmón, como les comentaba antes, que la muerte forma parte de la vida y que no hay vida sin muerte y que por tanto la negación en la que vive esta sociedad es no solo absurda, sino perjudicial, infantil y enfermiza.
Les hago un resumen de la canción, es muy emotiva, cuenta la historia de un chico que se alista a La Legión porque había muerto su novia y que por eso corría todos los peligros, era el más destacado en la batalla. Todos sus compañeros pensaban que era muy valiente, pero lo que en realidad pasaba es que quería reunirse con su amor cuanto antes. Por eso la canción se llama “El novio de la muerte”. Puede leerse en su letra que él es el novio de la muerte, que tenía un dolor que le mordía el corazón como un lobo, que la suerte lo hirió con zarpa de fiera, que se hizo novio de la muerte y que la estrecho con lazo fuerte y que hizo de ella su bandera.
Y ustedes dirán que porque les meto toda esta historia. Pues precisamente porque quiero expresar el hecho de que de forma general la sociedad vive de espaldas a la muerte, con miedo atroz a ella, no hablemos ya si se trata de la muerte de niños. Y lo único que hace que te abras a ella y que la integres en tu vida es un hecho traumático o la constante presencia de la misma en tu vida, como por tu profesión o por tu experiencia vital.
El hecho de la negación social hacia la muerte es lo que hace que nosotras, madres de bebés fallecidos, tengamos que sufrir, además de la marcha temprana de nuestros hijos, la mayor de las incomprensiones.
Ciertamente las madres que sufrimos perdidas gestacionales y perinatales tenemos que aguantar muchas estupideces y tonterías de parte de la sociedad, familiares etc.
Una de las que menos puedo soportar es la creencia generalizada de que no eres madre si no tienes un hijo vivo. La gente tiene la idea de que solo se es madre si cambias pañales, si llevas a tu bebe en carrito, si le compras ropita.
Pero amigas mías, la maternidad va mucho mas allá. Una es madre desde el primer momento que sabe que su hijo viene en camino y lo que viene o venia en camino es un ser humano es nuestro hijo.
Estoy segura que una mayor comprensión y aceptación de la muerte por parte de esta sociedad, haría entender a todo el mundo el hecho de que en la muerte gestacional y perinatal muere un ser humano, y que la que se queda viva es su madre, padeciendo, llorando, lamentando cada día de existencia sin su amado hijo.
Es por eso que proclamo que existe una MATERNIDAD DESDE LA MUERTE, que no consiste en lo que la sociedad quiere hacernos creer que es ser madre. Son otras cosas que van más allá.
Ser madre desde la muerte es
- Trascender el duelo,
- es transformar el dolor en amor,
- es guardar sus cosas,
- es hacer cosas por él después de muerto,
- caminar un sendero en su honor,
- soltar unos globos,
- plantar un árbol,
- subir a una cima,
- recordarlo cada día,
- hablar de él y reivindicar su memoria ante esta sociedad que quiere negar que un día existieron haciéndonos callar,
- es guardar sus cosas como un tesoro,
- es hablarle de él a sus hermanos si los tiene,
- es hacerte un tatuaje en su recuerdo,
- es guardar sus cenizas,
- soltar un globo,
- ponerle flores a su ecografía o fotos,
- levantarte cada mañana y vivir sin él,
- …
Es un camino muy duro de muchísimo dolor y desde luego es un camino de maternidad, porque nunca, jamás se puede dejar de ser madre, es un sentimiento que traspasa las fronteras de la muerte. Nadie puede parar ese amor, nadie. Ni siquiera una sociedad sorda, muda y paralizada por una de las cosas más terribles de este mundo, la muerte de un bebé.
Quieren hacernos olvidar que nuestros hijos existieron no dándoles un nombre, incorporándonos a los trabajos a los pocos días, no pudiendo registrarlos.
Y nosotras queridas amigas, nosotras somos madres, para siempre, hasta que nos muramos.
Porque nos ha tocado amar desde la muerte, como al legionario de la canción.
También nos ha herido la muerte con zarpa de fiera, y nosotras la agarramos fuerte y la hacemos nuestra bandera, porque somos madres, aunque nuestros hijos no estén físicamente aquí.
Un beso a todas
Rocío Cuellar
Madre de Isabel y Paloma
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