Hoy tenemos la suerte de contar en nuestro blog con el testimonio de Juanjo Garbizu
Juanjo, además de una gran persona, es un montañero de los buenos, no porque conquiste grandísimas cumbres, que también lo hace, sino por sus valores como persona que también aplica a su vida diaria y a su filosofía vital. Es autor del libro Monterapia, y ha tenido la gran amabilidad de escribir para nosotras, madres en duelo.
Con su conocimiento ayudarnos a trascender mas allá del dolor, encontrarnos a nosotras mismas y a nuestra maternidad que atraviesa las fronteras de la muerte
Uniendo esta gran afición a su experiencia profesional como publicitario y cofundador de la empresa de comunicación Código ,de la que es director creativo, decidió crear una web personal Mendivideo, en la que podemos ver más de 250 vídeos de montaña grabados por él mismo.
Su libro Monterapia, es una auténtica joya. Juanjo entiende el contacto con la naturaleza como regenerativo y sanador.
Dice que es en las cumbres donde las prioridades cambian y se suceden vivencias inolvidables, que te acerca a los valores que la montaña transmite, y en consecuencia se conquista la cumbre más difícil, la de tu propia vida.
Porque como Juanjo nos dice: “Cuesta arriba se piensa mejor.”
Aquí les dejo la entrevista que no tiene desperdicio, y las animo a que lean su libro. Sus consejos pueden ayudarnos a encontrar la paz que nos arrebató la marcha de nuestros hijos. Gracias Juanjo.
¿Desde cuando eres montañero y por qué?
Comencé a interesarme por la montaña cuando estaba terminando el colegio, animado por unos amigos de mi clase. Al poco tiempo me propusieron que les acompañase al Pirineo, a Monte Perdido, uno de los tresmiles más famosos. Nunca olvidaré la primera vez que pisé el Valle de Ordesa. Un sentimiento nuevo nació en mí. Una sensación incomparable de paz y libertad. Una naturaleza de grandes dimensiones que te pone en tu sitio.
¿Qué supone para ti la montaña?
En pocos lugares me siento más vivo que en la montaña. Es una desconexión total, un micro viaje en el tiempo donde, salvo excepciones, los paisajes se conservan casi como hace miles de años. Es una burbuja que te aísla del ritmo rápido de lo cotidiano, del día a día. Un auténtico bálsamo para la mente y los sentidos.
Cuál es tu montaña favorita y por qué
Me encanta el Irubelakaskoa, en la vieja Navarra, casi tocando con Francia. A pesar de que no alcanza los mil metros de altura, es una gran montaña ya que condensa paisajes muy diferentes y hermosos; campas cubiertas de helechos, escarpados barrancos que asoman a valles casi deshabitados, un hayedo de ensueño, una arista final muy sencilla y divertida, y una amplia cima que invita a la relajación y la contemplación. Y según la época que la asciendas, pasa de un verde chillón en primavera a un pico brumoso y ocre en otoño.
¿Por qué prefieres a veces ir solo a la montaña y como podrías hacer entender eso a alguien que no es montañero?
Aconsejo ir solo siempre y cuando se tomen las medidas más elementales de seguridad (la primera de ellas dejar escrito a alguien el itinerario que tienes intención de realizar y llevar un móvil con la batería al 100%).
La sociedad digital actual nos lleva a estar interconectados las 24 horas de día, pasando demasiado tiempo contemplando una pantalla. ¿Por qué? Porque tenemos pánico a quedarnos a solas con nuestros propios pensamientos.
Es como si nos hubiésemos convertido en nuestro peor enemigo. Por eso la montaña es el marco idóneo para reencontrarnos. La naturaleza es sabia y no suele haber cobertura (una tentación menos). Dejar vagar nuestra mente mientras nuestros sentidos se recrean en el paisaje es algo tan necesario y saludable como el respirar.
Llegar a estar completamente a gusto con nosotros mismos, sin más distracciones que la propia naturaleza, creo sinceramente que es una prueba de madurez
Tu eres autor de un libro que se llama Monterapia, puedes hablarnos un poco de que fue lo que te llevo a escribirlo.
La idea nació en la propia montaña, ya que caminar por ella ayuda a desarrollar el hemisferio derecho de nuestro cerebro, potenciando nuestra intuición, nuestra creatividad, nuestra sensibilidad, nuestra vena más artística.
Mientras caminaba por la sierra de Aralar, que conozco muy bien, las ideas se fueron encadenando y tomando la forma de lo que sería la génesis de la Monterapia. Ya en ese primer momento incluso creé el concepto, la palabra.
Yo soy publicista de profesión y por tanto ya había experimentado anteriormente cómo en la montaña se piensa mejor, cómo se desarrolla más la creatividad.
Y así, ascendiendo hacia la cima, tuve la idea de intentar encontrar esos símiles que la montaña posee con nuestra vida más cotidiana, apoyándome para ello en mis propias experiencias como aficionado a este deporte.
He podido leer que piensas que la montaña tiene similitudes con la propia vida, y que un día en ella equivale a dos en la ciudad, ¿podrías explicarnos eso?
Efectivamente, la montaña tiene mucho más relación con nuestras vidas, aunque uno no sea montañero, de lo que en un principio uno podría pensar.
Tomemos uno de los símiles más conocidos; la mochila. Al igual que cuando vas a realizar una expedición de alta montaña le das muchísimas vueltas a lo que vas a llevar, en nuestra vida deberíamos también revisar periódicamente con qué cargamos en nuestras mochilas existenciales. Tal vez deberíamos abrirla y sacar de ella a ciertas personas que nos influyen negativamente o aligerarlas de tanto producto inútil, tan pesado como superfluo. Porque paradójicamente lo más valioso apenas pesa y ocupa lugar, como el positivismo o la solidaridad.
Tu argumentas en tu libro que en la montaña todo se relativiza, que conceptos como la competitividad y el materialismo pierden importancia, ¿crees que en la montaña nos encontramos con la realidad y con nosotros mismos?
El mejor lugar para conocer a una persona es la montaña, sobretodo si es una travesía de varios días o una expedición y además se pasa por algún momento complicado. En esas situaciones sale lo mejor de nuestro interior (y también lo peor).
Rodeados de naturaleza somos más nosotros mismos, tendemos a abrirnos más, a abandonar las máscaras que a veces llevamos casi de forma inconsciente. Conforme vas ganando altura es como si todo lo negativo que has dejado abajo en el valle (problemas, temores, ira, preocupaciones, etc.) se empequeñeciese y se relativizase.
Si ves cronológicamente la historia del hombre, hemos pasado muchos más años en la naturaleza más salvaje que en la “civilización”. Por tanto es como si nuestro cerebro reptiliano nos llamase a volver a nuestro hábitat más primitivo, más ancestral. Cuestión de instinto.
Yo personalmente necesito volver de vez en cuando a mi ser más primario y a ponerme a dar saltos por el monte. ¿Has probado a gritar a pleno pulmón en un valle o en una cumbre, sin nadie a la vista? Mucho más relajante que tomar ansiolíticos. Y más saludable.
Tu dices que en la montaña una naranja o un bocadillo saben mejor y que cuesta arriba se piensa mejor, ¿piensas que el montañismo puede ayudarnos respecto a la resolución de problemas vitales?
En mi libro, escrito hace ya casi dos años, afirmaba lo del bocadillo y la naranja, y para mi sorpresa hace unas semanas leí un artículo que lo refrendaba con una explicación científica. Lo que intuía, basándome en mi propia experiencia y en lo observado en otros amigos, va y resulta que tenía una sólida base racional. Genial!
Yo personalmente me he llevado algunas veces ciertos problemas a la montaña para poder verlos desde cierta perspectiva, distanciándome de ellos, como si fuese un espectador y no el protagonista, lo que te ayuda mucho a encontrar una posible solución.
En la montaña el cerebro funciona a otra velocidad. Ni más rápida ni más lenta, simplemente diferente, pero más productiva.
Nosotras somos mamas en duelo, hemos perdido a nuestros bebes en la gestación o después de nacidos ¿Cómo crees que podría ayudarnos a nosotras tu libro y tus vivencias para superar nuestra situación personal?
La montaña propicia una terapia natural donde rodeado de tanta belleza relajante nuestro dolor puede apaciguarse. Y como comentaba antes, en ese contexto podemos escuchar mejor nuestros propios pensamientos y encontrar por tanto antes el camino para reconciliarnos con el sufrimiento y la vida.
Y sin ponerme ni místico ni espiritual, la propia altura de la montaña tal vez contribuya a pensar en los seres queridos que han fallecido de una forma más serena, con un dolor menos primario.
Pasar la noche en un refugio de montaña, contemplar el atardecer entre los picos o estremecerte bajo un cielo plagado de estrellas, hace que las preguntas y dudas existenciales que te asaltan tomen un cariz diferente. Puedes llegar a enfrentarte a ellas con un dolor que oprime menos el pecho y que por tanto nubla menos la mente.
¿Cómo crees que podríamos ayudar a nuestras familias y a nosotras mismas con la terapia de la montaña?
Rencontrarse con la naturaleza, en muchos y diferentes niveles, nos reconcilia con la vida que, cuando hemos perdido un ser querido, nos parece tan cruel como carente de toda lógica.
Como he explicado en la pregunta anterior, en la montaña podemos experimentar momentos de gran intensidad sin necesidad de viajar al Tibet para, en un collado lleno de banderas de oración, encontrar sentido a nuestras vidas. Seguramente cerca de donde vivimos se alzan unas montañas que, por muy bajas que sean, pueden ayudarnos eficazmente a reconciliarnos con nuestro dolor.
En Japón están acondicionando bosques para que personas de todo tipo paseen por ellos y se relajen. Las bondades terapéuticas de la naturaleza están más que demostradas. Incluso los parques de nuestras ciudades pueden ayudarnos.
Por ello un grupo de terapia de madres en duelo seguramente puede obtener mejores resultados en una salida de fin de semana por la montaña que en varias sesiones encerradas en una sala. Como ya he comentado, en ese contexto las personas tendemos a sincerarnos más y las conversaciones adquieren un calado más profundo.
¿Crees que es posible despedir y honrar a nuestros bebes desde las cumbres de las montañas?
Muchas civilizaciones relacionan las cimas con la morada de sus dioses. Por tanto parece que las cumbres están unidas, desde tiempos inmemoriales, a cierta espiritualidad.
Contemplando un paisaje desde una cima es fácil que los sentimientos afloren y uno tienda a evocar a las personas que ya no están. A mi me ha pasado, como es lógico.
Es más, en la actualidad hay una tendencia creciente a colocar estelas y placas por las montañas en homenaje a los difuntos. Se está trabajando en una normativa que regule esto, ya que a este paso los montes van a acabar pareciendo más un Campo Santo.
Inversamente ciertos ayuntamientos promueven que una vez al año los padres planten un árbol por cada nacimiento en una campa destinada a tal efecto.
Es por tanto clara la estrecha relación entre la naturaleza y los ciclos vitales, entre la vida y la muerte.
A menudo he expresado la voluntad de que cuando llegue el momento esparzan mis cenizas por un monte (pese a que alguien me ha asegurado que está prohibido).
Por ultimo ¿Qué es lo que tú has superado gracias a las montañas?
Mis ganas por volver a las montañas me ha ayudado a la hora de esforzarme a superar ciertos problemas físicos.
Hace unos años fui operado de una hernia discal muy dolorosa. Me esforcé mucho en la rehabilitación por poder volver a pisar cuanto antes mis queridas montañas. Y justamente hace un año sufrí una trombosis venosa profunda en la pierna derecha que me tuvo alejado un tiempo del monte, pero con la ayuda de un nutricionista y mucha fuerza de voluntad vuelvo a disfrutar plenamente de ellas.
Y en un plano menos físico, la montaña me proporciona felicidad, simple y llanamente. Como decía el desaparecido alpinista Iñaki Ochoa de Olza; Pura vida!
Gracias Juanjo, aqui les dejo un video de Juanjo, expñicandonos la plenitud del contacto con la naturaleza para trascender las experiencias vitales
Rocío, mamá de Isabel y de Paloma.
Deja una respuesta