Marzo es un mes muy importante para mí.
En él se reúnen unos cuantos aniversarios que han marcado mi vida totalmente.
Hoy quiero hacerles un pequeño homenaje a todos ellos.
1 de marzo: Mi cumpleaños.
Efectivamente, es el aniversario que más ha marcado mi vida porque es el día en el que nací. Pero también es el día en el que debería haber nacido mi hermana gemela, un duelo extraño que he llevado conmigo toda la vida. Y digo extraño, porque ni siquiera sabía que existía. Mi madre nunca pensó que podría llevar dentro dos bebés, en aquellos tiempos no se hacían ecografías.
Sin embargo, escribiendo precisamente el capítulo de El gemelo evanescente del libro “Las voces olvidadas” algo se removió en mí y empezó a resonar.
Lo cierto es que a día de hoy no tengo pruebas fehacientes de que haya podido tener una hermana gemela.
Pero lo cierto es que en el momento en que lo acepté como posible, se pusieron en su sitio muchos aspectos de mi vida que no comprendía o que me costaba aceptar: mi eterna soledad, mi necesidad de contar siempre con otra persona para mis proyectos, la falta de alguien más que ni sabía quién era…
Cuando lo descubrí y lo acepté, pude sentir que no necesitaba buscar afuera a alguien que siempre ha estado conmigo, acompañándome y añadiendo brillo a mi vida.
No sé cómo se hubiera llamado. Sólo sé que muchas veces en mi vida, a lo largo de los años, diferentes personas, me han confundido de nombre y me han llamado Sonia.
¿Casualidad?
No lo sé.
Pero adopto ese nombre para mi hermana.
Y hoy lo hago público desde aquí.
12 marzo: Recordatorio del gemelo de Ethan.
Es el día en que Ethan cumple años +6 meses. Y por supuesto, su hermano gemelo, el que nos dejó siendo tan chiquito, también los habría cumplido.
Tal vez si no hubiera más fechas alrededor no le daría mayor importancia. Pero al estar tan rodeada, la apunto también, como una más.
Un duelo gemelar es complicado, por toda la ambivalencia que implica.
Y por el desconocimiento, el tabú y las leyendas urbanas que existen aún sobre el duelo, que impiden que se pueda transitar correctamente.
O más bien, que impidan que la madre sepa que tiene derecho a elaborar el duelo por su hijo muerto, el que le falta.
Del que siempre podrá ver un atisbo en el rostro del pequeño que se duerme en tus brazos.
Como esos sueños de los que te despiertas cuando por fin has conseguido abrazar a la persona querida.
14 marzo: 4º Aniversario de la muerte de mi padre.
Mi aita se fue hace cuatro años, con 92 bien vividos, rodeado y acompañado de quienes le queríamos.
Es un duelo agridulce porque para cuando murió ya tenía mi “músculo del duelo” bien entrenado y no me costó mucho aceptarlo. Le echo de menos, pero no es un dolor lacerante como el que sentí por mi madre que se fue relativamente tan joven.
Sin embargo, aunque sé esto, también tengo una pequeña sensación de culpa, como si el hecho de aceptar supusiera que “no me duele lo suficiente”, como si no le quisiera tanto.
Esto es algo que me estoy dando cuenta ahora mismo que escribo. Me pasa también con el gemelo de Ethan, algún día escribiré sobre ello.
El caso es que la culpa no es algo que quiera para mí en mi vida, así que me apunto trabajarme ya ese aspecto del duelo por mi padre.
Claro que le quiero y le echo mucho de menos. Mi padre ha sido para mí durante muchos años una de las dos personas más importantes de mi vida. Y lo sigue siendo.
Te quiero papá.
17 de marzo: 11º cumpleaños de Hebe.
Mi primera estrellita se fue hace 12 años. Y este mes de marzo hubiera cumplido 11.
Su cumpleaños siempre es una fecha muy especial para mí.
Hace unos años Dunia y Ariel fueron invitadas al cumple de la sobrina de una conocida que había nacido precisamente el 17 de marzo de 2005, fue un día muy especial.
Conocemos también a otra niña, sobrina de otras dos personas muy queridas, en cuya boda, cuando fuimos a sacar la foto con los novios, con Dunia en brazos que era pequeñita, se escapó de la mano de su madre y se puso con nosotros para la foto. Y nadie consiguió moverla de allí. Nos sacamos la foto con los novios y con esa niña que había nacido el mismo día en que salía de cuentas embarazada de Hebe.
La foto que he puesto arriba del todo, es de una fofucha que me hizo una amiga artesana.
Hebe, que se fue midiendo apenas 2 cm, que la tuve “durmiendo” en una pequeña jabonera, despidiéndome de ella, hasta que me sentí con fuerza para dejarla ir.
Sin fecha concreta: Brida
Brida ha sido un duelo no aceptado durante muchos años en mi vida.
Tenía un pequeño retraso y una cita ginecológica para hacerme una eco.
Había sangrado un poco, como un inicio de regla, pero duró un día solamente.
Me aseguraron que, en caso de estar embarazada, no era peligroso.
El problema fue que la eco fue vaginal, y no sólo eso, sino que la doctora se ensañó con el aparato, porque encontró miomas y no veía bien.
Yo, que entonces no sabía mucho cómo era esto de las ecografías, pensaba seriamente que habría entrado con el mango hasta el útero, por el esfuerzo que hizo ella, y lo que me dolió a mí.
El caso es que salí de allí con un dolor sordo en el vientre y el sangrado regresó.
Al cabo de dos días recogí con el papel de baño una pequeña bolita, como un chicle.
Un “aborto”, me dijeron.
Llevábamos un año buscando un embarazo que no venía. Y cuando llegó se lo llevó por delante una doctora con demasiado celo profesional.
He tardado años en mirar de frente este duelo y aceptarlo.
Anoche cuando mis hijos preguntaron si entonces ellos eran cinco, yo contesté que eran seis.
Nos ha falta Brida en el cuadro familiar.
Pero ya estás aquí. Para quedarte.
31 de marzo de 1071: Conocí a mi mamá.
Nací ochomesina y con graves problemas respiratorios.
Me llevaron a la incubadora y luego a un nido. Los padres sólo podían vernos a través del cristal que lo separaba de la sala de visitas.
Con apenas un mes me llevaron por fin a casa.
A día de hoy pienso en lo que me ha podido condicionar la vida el haber estado separada tantos días de mi madre siendo un bebé. En privación emocional total.
Mi madre iba a verme y preguntaba a las enfermeras que por qué tenía la cara toda arañada y le decía que “porque es muy mala y llora mucho”.
Y a mí me duele el corazón.
En parte he podido sanar esta herida con mis hijos.
Cuando nació Ariel y a mí me llevaron a la UCI y Santi pidió el alta voluntaria en neonatos para la niña y se la llevó a casa con los abuelos, los tíos y su hermana.
Cuando nació Ethan y, estando perfectamente, por un absurdo protocolo querían dejarlo en neonatos las seis semanas que le faltaban para haber nacido. También nos lo llevamos con un alta voluntaria después de darle una clase al director de Neonatología sobre método canguro, lactancia en tandem y cuidados reales del recién nacido.
Sin embargo siento que quedan cositas por sanar que tendré que ir limpiando poco a poco.
También he florecido en marzo
Y muchos y buenos proyectos han prospera en este mes en el que la imagen de la muerte que es el invierno le cede el paso a la imagen de la vida que es la primavera.
2005: Comienzo a trabajar con madres en duelo.
Era semana santa y mientras en la red todo el mundo andaba de vacaciones yo buscaba un servidor para alojar el primer foro exclusivo para madres en duelo: Superando un aborto.
Un foro al que aún acuden madres en busca de una tribu en la que sanar sus heridas.
Junto con M. Àngels Claramunt, doula, y más tarde con Cristina Silvente, psicóloga, dimos forma al inicio de este proyecto tan importante que tantos frutos ha dado.
De lo aprendido aquí han salido proyectos tan importantes como los libros publicados y todo lo que he hecho después sobre duelo.
2011: Inicio de esta web.
Concretamente, el día 15 se publicaba el primer artículo.
Fue un gran paso, el comenzar a recopilar artículos e información, para que cualquier persona en la red pudiera tener acceso a ella.
En un momento en el que el duelo y la pérdida seguían siendo grandes tabúes.
Cuando se comenzaba a hablar de duelo en algunos blogs de la blogosfera maternal.
Mientras muchas madres empezaban a buscar información para vivir de otra manera aquello que les estaba ocurriendo.
Cuando la “pérdida gestacional” no era más que un aborto. Algo de lo que había que deshacerse corriendo y pasar página.
Yo acuñé el término “duelo gestacional y perinatal”, un término mucho más amable con todos, que hoy en día está completamente integrado en la forma de hablar y aceptado como término cotidiano al hablar de estas pérdidas.
Un pequeño paso y una gran acción que ha determinado la vida de muchas mujeres.
2012: Creación de la comunidad de duelo.
Aunque no se dio conocer hasta abril, fue a lo largo del mes de marzo que preparé todo para acoger a las primeras mujeres que apostaron por conocer el duelo desde una perspectiva profesional.
Y comencé a crear el material que luego se ha convertido en el curso Abordaje sistémico del duelo, que forma parte del Programa Asesoras Stillbirth Support.
Un programa que está transformando la vida de muchas personas, profesionales que, a su vez, llegarán a muchas madres, transformando sus caminos de lágrimas invernales en caminos de flores, luz y sol de primavera.
Estamos de promoción ahora mismo ya de la 7ª edición del programa.
No me voy a extender ahora en esto, pero puedes darte de alta en nuestra lista de correo y ver por dentro cómo es el programa y una pequeña parte de los contenidos que ofrecemos.
Este es mi mes de marzo.
Y éste, el artículo más íntimo y personal que he escrito nunca.
Un mes sin duda de luces y sombras. De paso de invierno a primavera que alegra y fortalece el alma como el sol que nos calienta la espalda.
Espero no haberte aburrido.
Si quieres dejarme algún comentario abajo, me hará mucha ilusión.
Un abrazo de luz:
Mónica Álvarez
Psicóloga, N-01500, Terapeuta de pareja y familia
Directora de la Escuela Stillbirth Support