Casi 70 especialistas, 50 instituciones de 18 países, dos años de trabajo y la financiación, casi en exclusiva, de la Fundación Bill y Melinda Gates. Ésta es toda la carga de trabajo que hay detrás del último número especial de la revista británica ‘The Lancet’, dedicado en su totalidad a la tragedia de las muertes infantiles que se producen antes y durante el parto.
El término en inglés para definir el fénomeno de la muerte perinatal es ‘stillbirth’, aunque aún siguen existiendo diferencias de criterio según los países y organismos que aborden el tema. En general, aclara la revista, la definición más extendida engloba todas las muertes que se producen dentro del útero desde la semana 28 de gestación (un embarazo normal dura entre 38 y 40) hasta los fallecimientos provocados por problemas durante el parto.
En total, una desgracia que se cobra 2,6 millones de víctimas anuales (unas 7.000 muertes de este tipo al día) y que se ceba sobre todo con los países pobres, donde tienen lugar el 98% de los fallecimientos perinatales. Aunque como recuerdan varios de los autores de este amplio análisis, los países ricos no están libres del todo de esta tragedia, en la que un 30% de los casos siguen sin tener una causa conocida.
En los escenarios más pobres de la tierra, los niños mueren antes de nacer por culpa, sobre todo, de una mala atención al embarazo o bien por infecciones maternas. En el mundo rico, factores tan dispares a estos como la edad materna por encima de los 35, la obesidad, el tabaco o el alcohol pueden causar la muerte fetal en el último trimestre de embarazo.
De los 2,6 millones de muertes, aclara la revista británica, 1,4 millones tienen lugar en el útero materno, y los otros 1,2 millones se producen por complicaciones durante el alumbramiento (y aunque este escenario ha sido prácticamente erradicado en el primer mundo, aún siguen existiendo casos marginales).
En los países industrializados, la tasa de mortalidad perinatal ronda los cinco casos por cada 1.000 nacimientos (España está un poco por debajo de la media con 3,2) y, como recuerda uno de los artículos, aunque excede el número de niños víctimas de la muerte súbita infantil, este fenómeno recibe aún mucha menos atención y dedicación.
Por eso Janet Scott, de la ‘Stillbirth and Neonatal Death Charity’ (Reino Unido) se atrave a calificar el fenómeno como “uno de los últimos tabúes” e insiste en que los padres y madres que atraviesan por esta tragedia se merecen atención, dedicación, reconocimiento y más investigación destinada a desentrañar definitivamente las últimas causas del fenómeno que aún siguen siendo un misterio para la ciencia.
Por Mario Valero, para El Mundo Digital 14/04/2011
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