Aunque no sea el centro de esta investigación, dejar de lado este debate supondría falsear el resultado en su conjunto.
El centro de mi investigación sobre el proceso de la interrupción voluntaria del embarazo no es su dimensión ética. Pero es obvio que no podemos tratar el aborto inducido sin dedicarle al menos unas palabras a las cuestiones éticas que plantea. Sería falsearlo, como también es falsearlo centrar toda la cuestión de la IVE en el debate sobre su legitimidad.
No es el centro de mi investigación por dos razones:
1. Porque casi todo lo escrito sobre la IVE se centra en defenderla o en condenarla (la bibliografía es extensísima al respecto) con lo cual prefiero mirar ahí donde nadie mira, donde no está el foco de atención puesto, en los claroscuros de la IVE.
2. Porque, finalmente, el debate ético entre dos personas con visiones opuestas suele ser absolutamente estéril e irreconciliable, por las razones que veremos a continuación.
Algo a remarcar de este debate es también lo acalorado que resulta. Dos personas que se encuentran y empiezan a discutir sobre el aborto terminarán a menudo en un diálogo de sordos donde ambas partes defienden con pasión su postura.
Los niveles de intolerancia hacia el prójimo se disparan.
Deberíamos plantearnos también a qué herida responde tanto ardor. Tanta pasión en un debate no deja de encerrar mucho dolor que seguramente viene de lejos, de generaciones de mujeres que han sufrido por esta cuestión (el aborto, la maternidad, la libertad de sus cuerpos).
¿Cuál es la cuestión ética última sobre el debate del aborto? La siguiente:
¿Cuándo empieza la vida humana?
¿Cuándo podemos empezar a hablar de persona, y por lo tanto, de sujeto de derecho (con derecho fundamental a la vida)?
Según se responda a esta pregunta tendremos las dos posiciones básicas respecto a la IVE.
Para los que defienden que podemos hablar de persona desde la fecundación, toda interrupción será equiparable a un asesinato.
Y para los que defienden que sólo adquiere estatuto de persona después del nacimiento, el aborto será una opción absolutamente legítima de la mujer embarazada (también hay las opciones intermedias que considerarían sujeto de derecho al feto pero no así al embrión, permitiéndose la IVE hasta el tercer mes de embarazo).
¿Quién responde a esa pregunta?
Tradicionalmente ha sido, en el mundo occidental, la religión cristiana quién ostentaba el monopolio de la respuesta: toda vida (desde su inicio) pertenece a Dios y sólo Dios puede quitarla.
Pero en nuestra sociedad, se pretende que la nueva religión pagana dé la respuesta: la Ciencia es quien tiene que responder cuál es el origen de la vida humana.
Y todos los argumentos a favor o en contra van por la vía científica.
Pero el problema es más profundo: la pregunta sobre cuándo podemos empezar a hablar de persona, no es una pregunta científica y la ciencia nunca podrá responder a ella.
Es una pregunta filosófica, personal, íntima… a la que cada quien, a la que cada mujer en concreto, deberá responderse a sí misma.
Es un tema de creencia personal, de sentir personal.
Como la pregunta sobre la existencia de Dios: ni la ciencia ni los argumentos racionales lograrán convencer a nadie de que Dios existe o no existe, es un tema de sentir personal al que luego añadiremos argumentos racionales, científicos…que refuercen nuestra creencia, pero estos nunca serán definitivos, objetivos ni universales.
Y el segundo debate ético relacionado con el aborto, y derivado del primero plantea dos cuestiones:
1.Los límites de la libertad personal (de la mujer que hace lo que quiere con su cuerpo).
2.Y los límites del estado a la hora de legislar sobre esta cuestión. ¿Cuándo un tema de opción personal se vuelve tema de legislación política? En otras palabras: ¿es legítima la legislación en contra del aborto? ¿Puede y debe el estado entrar en la esfera de una decisión personal sobre las creencias de la mujer y lo que ésta decide sobre su vida y su cuerpo? Nuevamente, todo volverá a la cuestión de si el embrión es ya sujeto de derecho, con lo cual el Estado deberá intervenir en su defensa. Volvemos a la primera cuestión ética, pues.
Hay un hecho que no podemos olvidar:¿ quién hizo y hace las leyes en estos estados de derecho?
Miremos la proporción en la mayoría de parlamentos del mundo entre hombres y mujeres…¿Quién decide sobre el destino de millones de mujeres que en un momento dado se plantean interrumpir su gestación? En la mayoría de los casos estamos hablando de hombres, y hombres que nunca parieron y en casi un noventa y nueve por ciento de los casos nunca criaron ni saben lo que es la conciliación laboral. Hombres que defienden el derecho a la vida del no-nacido, pero cuyos derechos después de nacer ( a educación, vida digna) parecen importarles bien poco. Toda la legislación respecto al aborto nace en muchos casos de una visión patriarcal de la sociedad, donde se ejerce un control sobre el cuerpo de la mujer, control nada imparcial ni objetivo, en el que se basa todo el sistema.
Por el camino, nos queda la historia no contada de la mujer, de cada mujer.
La historia de uno de los tabúes más escondidos y más dolorosos. Una historia de clandestinidad y de mucho sufrimiento, una historia nunca contada.
Porque incluso donde es legal la IVE, la lucha para ganar el terreno a lo político ha tenido un precio: el negar el dolor que nos puede provocar (en muchos casos y dependiendo del proceso).
Es como si hubiéramos conquistado el derecho a divorciarnos pero, ojo, nadie reconozca que separarse puede ser doloroso no sea que lo utilicen como argumento para prohibir el divorcio.
En muchos países la lucha feminista aún tiene que conseguir la legalidad respecto a la IVE, pero en aquellos donde esta ya se consiguió, aún queda conseguir romper el tabú del silencio respecto al dolor que puede suponer.
Con esto sanaríamos un sufrimiento que viene de lejos, de muchas generaciones pasadas, y de las que están por venir.
Eva Puig
Experta en duelo gestacional y perinatal por la Escuela Stillbirth Support
Filosofa, investigadora y acompañante en duelos por aborto voluntario
Fundadora y Directora general en Proyecto Kora
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