Vamos a ver en este artículo las dificultades propias de este tipo de duelo.
Hablamos del duelo como un trabajo a nivel emocional, mental y espiritual sobre una pérdida. Este “trabajo” tiene, según los manuales clásicos del tema, unas etapas y unas tareas a realizar.
Respecto a las etapas, se reconocen, resumiendo, tres:
- Shock: periodo breve de respuesta automática a la pérdida y a lo sucedido. Existe en ella mucha confusión mental y emocional e incredulidad (que lleva a la negación: no puede ser que esto haya sucedido…). Esta etapa irá dando lugar a una apreciación progresiva de la realidad.
- Duelo o ese tiempo donde el dolor por la pérdida va adquiriendo el rostro de las emociones más intensas: soledad, rabia, enfado, culpa, tristeza, miedo…
- Aceptación: etapa donde se reinserta la pérdida en la propia narración vital, etapa en la que se asume lo sucedido con una sensación de paz y donde las energías se vuelven a enfocar hacia el futuro y no hacia el pasado
Estas etapas, para que se vayan dando, deberán ir acompañadas de las tareas del duelo:
- Reconocimiento de la pérdida.
- Expresión de las emociones que la acompañan
- Aprender a vivir sanamente aceptando lo sucedido.
- Despedida: aquí entrarían los rituales de despedida donde soltamos (y perdonamos) el pasado.
¿Cuál va a ser la problemática de los duelos post-IVE (que también es compartida en gran parte por los duelos gestacionales)?
Mirando la lista de tareas vemos que en el aborto voluntario, muchas veces, si hay dolor (porque ya había vínculo), este no va a ser reconocido, con lo cual no se reconoce la pérdida, y en caso de que la mujer le sea imposible acallar ese dolor, no va a poder expresar de forma normal sus sentimientos.
¿Por qué?
Porque no se siente autorizada, ni moralmente ni por el entorno social que no acostumbra a entender el hecho que una elección pueda tener costes profundos.
Es ahí donde se queda bloqueado el trabajo de duelo en la mayoría de los casos.
Ayudar a una mujer a transitar su duelo finalmente es algo tan simple como permitirle llorar lo que ha perdido.
Pero en el caso de la IVE falta todo un trabajo de concienciación social y de conocimiento de los profesionales respecto a esta problemática.
Visto esto, hay dos sentimientos que la mujer que se encuentra en esta situación tendrá que afrontar ( sin olvidar la ira, la rabia, la tristeza…):
- El aislamiento. La soledad forma parte del duelo. Pero el aislamiento es una soledad asfixiante, como una casa sin puertas ni ventanas donde la persona no puede siquiera compartir lo que le pasa. El aislamiento es el infierno de una soledad que no ve posibilidades de salir de sí misma. Una soledad estancada, y ya sabemos que donde hay ausencia de movimiento, el aire se enrarece. Una mujer puede pasar años de su vida en ese aislamiento. Llevando la IVE en el más absoluto secreto. Incluso las personas que saben de lo sucedido, pocas veces serán receptivas a escuchar más allá de los primeros meses, y la mujer cada vez tendrá más miedo de contar lo que le sucede “porque ya ha pasado mucho tiempo”. Puede pasar todo el tiempo que se quiera, pero si no expresamos lo que sentimos, los sentimientos no van a desaparecer, sino hacerse más fuertes e insoportables en las regiones de la psique que no queremos visitar (el inconsciente), afectando así de múltiples maneras nuestra vida diaria.
- La culpa. E aquí el otro gran caballo de batalla de la IVE. Como existe una responsabilidad en la misma, una voluntariedad, la mujer que sienta dolor va a vivirlo desde una culpabilidad mucho más intensa que en el resto de los duelos gestacionales. Culpa porque “yo lo elegí”, culpa porque los límites morales de la IVE no están claros y tenemos impreso en el subconsciente colectivo y en la educación cultural desde siglos que este acto es “malo” (ya hablaremos en un próximo artículo sobre la dimensión ética de la IVE), y culpa porque “no debería sentirme así”. A menudo escucho en consulta “no me merezco el perdón”. La culpa se cuela por todos los rincones de la psique femenina.
Quede aquí simplemente apuntado que el trabajo sobre la culpa es un trabajo sobre el propio perdón, entendido aquí en su vertiente más general de aceptación y liberación del pasado. Finalmente, perdonarse será un regalo de amor, y sanar un duelo tal vez sea un trabajo de amor en el sentido profundo del término.
Estas dificultades predispondrán a la mujer a los duelos patológicos o traumas post aborto, caracterizado por la culpa extrema , depresión, conductas autodestructivas (que pueden llegar al suicidio), conductas repetitivas (nuevos embarazos, nuevos abortos), ruptura de relaciones, disfunciones sexuales, pesadillas, pensamientos recurrentes, etc…
Finalmente y para acabar, apuntar la importancia de los rituales de despedida.
Si se consigue, con el acompañamiento y el soporte adecuado, transitar el duelo de forma sana, es importante el hecho de elaborar un ritual de despedida, un ritual como espacio/tiempo sagrado donde la mujer pueda honrar su experiencia y a ese ser que un día tuvo en su vientre, ritual de encuentro y de adiós, de un adiós que no es olvido .
Eva Puig
Experta en duelo gestacional y perinatal por la Escuela Stillbirth Support
Filosofa, investigadora y acompañante en duelos por aborto voluntario
Fundadora y Directora general en Proyecto Kora
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